¿Qué quiere saber? ¿La verdad, o lo que usted quiere oir?

Esa es una de las dudas que nuestros asociados, a veces amargamente, nos piden que tratemos de publicar y llegar así al máximo de clientes posibles que solicitan los servicios de compañeras/os tarotistas. Y es que últimamente está creciendo el número de casos en los que, los clientes, presionan a los profesionales para que «cambien la lectura» de las cartas, tachándolos de farsantes si no es lo que quieren escuchar, o bien de «fraude» en el caso que hayan realizado pago previo.

Es cierto que se requiere en estos tiempos una unificación de criterios. Y no es menos cierto que hay una gran cantidad de compañeros que, para mantener contentos a los clientes, buscando las pistas en las preguntas que realizan, dan la respuesta que los clientes quieren oír, y así continúan teniendo consultas con esa persona. Pero esto, compañeras/os es «pan para hoy, y hambre para mañana».

No hay que temer, hay que ser fuertes y empezar a crear una línea de trabajo que distinga la profesionalidad del conformismo. Hay que manifestar a aquellas personas que se dejan vencer por las exigencias de los clientes que, tarde o temprano, el cuento se descubre. Y si no se tienen los conocimientos suficientes para acatar la responsabilidad que es el manejo de una herramienta con la cual somos capaces de aconsejar al cliente qué caminos son los que puede tomar, no seamos tan irreponsables. Tratemos de aprender, o bien, dediquémonos a otra cosa.

De cara al cliente, ¿qué desea usted? Si lo que busca es saber la verdad, y resulta que el profesional le da pistas claras sobre hechos que sólo usted puede conocer, y luego le dice lo que no quiere oír, ¿ya es «mala/o» por ello? Sea honesta/o, y reconozca que quiere saber qué puede pasar, pero no que le «inventen un futuro» que, quizá, no sea posible. Porque eso no es hacer una consulta sobre el porvenir, es pagar para que le regalen los oídos.

Está claro que estamos de parte de los dos: clientes y tarotistas, pero en este caso, tenemos que ser justos y decir las cosas como son. Si esto sigue así, terminaremos con el mundo del Tarot porque nos lo cargaremos, unos y otros. Luego llegarán las lamentaciones y, quién sabe, ya será tarde. Si usted va al médico porque quiere conocer el diagnóstico de una enfermedad, ¿le dice que es malo cuando la noticia que le da no es la que desea oír? Pues en este caso pasa algo similar.

Dejemos que nos hablen sobre nuestras alternativas si las hay. Intentemos seguir el camino sin variar los detalles porque entonces, quizá hemos variado nuestro futuro y tampoco podemos tachar de «mal clarividente» al profesional. Piense que las cartas en ningún caso SENTENCIAN, SINO QUE OFRECEN ALTERNATIVAS SI EXISTEN, y en su mano, usuario, está tomar la decisión final con respecto a los caminos que se han podido ver. Sensatez por favor. Si quiere un milagro, hay lugares más adecuados donde poder solicitarlos.