Seguro que muchos/as de vosotros/as habréis leído o viso publicidades donde el augur manifiesta conocer los secretos de la lectura en la bola de cristal. Sin embargo, al preguntarle sobre la mecánica de dicha facultad, muy pocos son los que explican la realidad sobre este objeto que, por otra parte y aunque históricamente se le atribuye una posible conexión con el pasado, presente y futuro, no deja de ser una herramienta más para la fijación y amplificación de ciertas facultades mentales extraordinarias.
Haciendo algo de historia, y llamando a cada cosa por su nombre, la facultad de poder focalizar hasta crear imágenes mentales sobre hechos desconocidos para el augur, pero si para el consultante, se denomina “hialoscopia”. Explicado de manera más sencilla, es la cualidad por la que una persona dotada es capaz de percibir imágenes sobre la vida presente, pasada y futura de otra persona en una superficie transparente pero con un volumen suficiente para fijar la vista en un punto central. El mejor objeto para ello es, sin duda, una bola de cristal.
La elaboración de esta bola tampoco debe cumplir unos requisitos muy estrictos, salvo que debe carecer de impurezas o fallos en su interior que puedan interrumpir la concentración del augur. Por lo tanto, no es mejor las bolas de cuarzo blanco ya que ese mineral es, de por si, imperfecto en su interior, y de ahí su belleza.
No vamos a explicar aquí la mecánica que debe seguirse para que la mente entre en un estado propicio a la clarividencia, pero si que esta herramienta tiene también su historia, ya que no siempre se ha acudido a ella para aclarar nuestra mente en determinados casos. Todo comenzó con la visión en los espejos, o “catoptromancia”, y antes en épocas de la Grecia clásica, en los famosos oráculos como el de Delfos, se usaba el agua dentro de recipientes o fuentes calmadas. De hecho, en algunos relatos míticos y cuentos populares aparece el espejo como un posible objeto mágico donde se puede “ver” lo que se deseaba (el propio cuento de Blancanieves), aunque con el paso de los años, este tipo de relatos se ha “satanizado” para mostrar los efectos adversos de dicha actividad. En fin…
Y aunque es un buen medio de canalizar la faculta de clarividencia, tampoco es la panacea, aunque históricamente sea incluso anterior a la aparición del Tarot. Es muy complejo su manejo, y requiere una capacidad de concentración que va muy por encima de la necesaria para una tirada de cartas. De ahí que la baraja sea actualmente el sistema más popular dadas las dificultades que presenta la “lectura” sobre la bola de cristal.
Actualmente, y como decíamos al principio, han aparecido muchas personas que, además de la “tirada de Tarot” (bueno, en realidad se usa ese término tan incorrecto y arcaico de “Te echo las cartas”) aseguran “leer la bola de cristal”, como si estuviéramos en el famoso y ya extinto programa de TVE. Lamentablemente, y hasta la fecha, este tipo de visión sobre la superficie esférica de cristal no es ni tan accesible, ni tan fácil como se cree. De hecho, en nuestro país apenas existe tradición sobre este objeto. Habría que buscarla, como muy cerca, en tierras francesas o inglesas. Y aún así, habría que sondear mucho en dicha historia.
Por lo tanto, y desde esta asociación, recomendamos prudencia a las/os socios en el manejo de dicha herramienta esotérica, así como adquirir la formación parapsicológica necesaria. Y a las/os clientes, precaución cuando encontremos en los anuncios sobre servicios de ayuda usando métodos predictivos este tipo de actividad, porque ni es tan usual, ni es un mecanismo automático de entrada en otras realidades. El conocimiento es la mejor herramienta que podemos usar.